El canon y el condensador de fluzo
- José Luis Montes
Cualquier día nos desayunamos con la noticia de que nos gravan un canon por tener los políticos y jueces que tenemos, porque son un espectáculo, coste que se añadiría a los que ya tenemos por "disfrutarlos".
Veamos la secuencia de los hechos: el PP promete para las elecciones del 2011 que retirará el canon digital, y que pasará a compensar a piñón a los autores con cargo a los impuestos que pagamos, lo cual hizo al poco de ganar las elecciones, en 2012. Otras promesas no las cumplió, pero esa enorme demanda social por la que la población salíamos a manifestarnos día si y día también, fue recogida por nuestros insignes gobernantes. Por aquel entonces ya habían destacadas voces que señalaban que con el previsible auge de las nuevas formas de consumo de contenidos iba a ser un anacronismo dicha compensación por copia privada porque, simple y llanamente, la gente no copiaría contenidos o lo haría residualmente. La pujanza de canales y formatos como Spotify, iTunes, YouTube, Amazon, Google Music, Netflix o HBO, por poner solo algunos ejemplos, les ha dado la razón, y el cierre continuado de las webs de descargas debido a la presión de las autoridades (acaba de echar el pestillo Elitetorrent), cuando antes lo hicieron SeriesYonkis y otras notables del torrent) no ha hecho más que certificar que sube el consumo legal en formato streaming y cae en picado la descarga legal y también la ilegal.
Pero llegan los tribunales (Europeo y Supremo), esos dechados de innovación siempre a la vanguardia de la modernidad y la conexión con la actualidad, y este año pasado van y, montados en su DeLorean con condensador de fluzo, derogan el real decreto anulando un modelo que de por sí ya estaba obsoleto y llevándolo a la casilla de salida del modelo precedente, el de Zapatero vigente hace 8 o 10 años. Todo un regreso al pasado que no aplaudo porque estoy muy ocupado copiando películas ilegales en mi grabador de CDs. A ver, alguien debería de decirles que el principal uso que de aquí a 2020 se le va a dar a estos discos es colgarlos de los frutales para espantar a los pájaros.
Una sabia decisión obligada por una avanzada Europa en la que, salvo en Finlandia (si, ese atrasado país) y España, el canon está vigente. Claro, como inteligente e innovadora respuesta a los desafíos del futuro, ¿qué mejor que meterse en el DeLorean y viajar al pasado más casposo? En una decisión llena de sabor vintage, yo creo que con oculto sentido del humor y aún dudando de si redondear el chiste con un impuesto a la copia en vídeo VHS, nuestro gobierno del 2017 encabezado por el ministro de ramo acaba de aprobar un Real decreto-ley que establece un gravamen de, por ejemplo, 33 céntimos de euro por cada disco compacto usado para copia privada. En el trasfondo de todo esto, claro, está la pasta: con la normativa anterior los autores cobraron 115 millones de euros en 2011 por el gravamen a los soportes, cifra que se quedó en 5 millones en los años siguientes al cambio legislativo recientemente derogado, y que las sociedades de autores esperan que se revierta tras esta vuelta al sistema del canon.
¿Qué impacto tiene todo esto en los distribuidores, nos preguntamos?. Pues, aparte de las risas que nos echemos, probablemente muy limitado por dos razones principales:
1. Porque el canon solo grava los soportes y equipos cuyo uso no vaya a ser profesional, así que van exentos todos los vendidos a empresas, autónomos, administraciones públicas y otras organizaciones.
2. Y porque la norma establece que el canon debe reflejarse desglosado aparte en las facturas, así que puede añadirse al precio y repercutirse al cliente final particular, del mismo modo que se hace cuando vamos a un hotel y nos añaden la tasa turística u otra similar
Claro está, sería el momento adecuado para que por una vez, y ojalá que sirviendo de precedente, el canal actuara con unificada lógica sectorial y repercutiera el canon de forma desglosada en la factura en lugar de absorberlo en los ya magros márgenes comerciales.