Adiós, guzbai, ¿adiós?
- José Luis Montes
Bien podría parecer que el Brexit lo está diseñando el gallego del tópico, porque no se sabe si suben o bajan, si salen del todo, o a medias, o si salen por una puerta pero entran por la otra.
Esta semana pasada, el 17 de enero, la Primera Ministra del Reino Unido, Theresa May (a quien, abundando en lo dicho más arriba, The Economist le ha adjudicado el apodo de Theresa Maybe precisamente por su indefinición) pronunció un esperado discurso para sentar las bases de sus intenciones con respecto a la salida de la Unión Europea. Dijo contundentemente una docena de cosas seguidas de proposiciones adversativas (o sea, de siempres que, de peros, aunques, no obstantes y sin embargos) como, por ejemplo:
- que “proporcionaremos certeza siempre que podamos”
- que cualquier posible acuerdo con la CEE lo someterán antes a votación en el Parlamento (que es el que ha obligado a May a decir, después de 6 meses de silbar a la luna, cuáles son sus planes, y que está lleno de contrarios al Brexit incluso entre las filas de los tories, al menos en los términos en los que May lo plantea)
- o dijo también que su prioridad es tener un ambicioso acuerdo de libre comercio con la UE ... que es exactamente lo que ahora tiene, y desea abandonar.
Los titulares de los medios hablaron inmediatamente de “Brexit duro”, quizá porque ya se sabe que vende más el conflicto que la calma chicha, pero lo cierto es que declaró que quieren mantener la mayor parte de lo que actualmente tienen, o negociar nuevos acuerdos que recojan lo ya existente.
Al final, parece que el centro del asunto, simplificando mucho, es que desea tener pleno control sobre la inmigración, si bien quiere seguir atrayendo el mejor talento internacional y mantener los derechos de los ciudadanos de la UE que actualmente residen en el Reino Unido, y que quieren dejar de estar sometidos a los tribunales Europeos. O sea, que solo quieren a los inmigrantes altos y guapos y que sus Tribunales sean 100% soberanos, pero todo lo demás les gusta y quieren conservarlo.
Al otro lado de la mesa, la Unión Europea no está por la labor de sentar determinados precedentes, así que la cosa pinta mal, al menos a corto y medio plazo, para sus planes. Tanto, que dos días después la señora May tuvo que ir a Davos a verse con los que mandan en el mundo (si, malas noticias, no somos nosotros) y decirles que no se preocuparan, que de lo dicho ya se verá y que, según como, ya veremos, y que el Reino Unido sigue queriendo ser una economía abierta y relacionada sin proteccionismos, aunque se vaya del club abierto y relacionado en el que está para poder, precisamente, activar una serie de proteccionismos. Empieza a parecer que el discurso de consumo interno, y el exterior, coinciden en pocas cosas, y que dentro habla para el Daily Mail y fuera habla para todos los demás.
Lógicamente, palabras acogidas por muchos con escepticismo. Ya unas semanas antes su propio ministro de finanzas había reconocido que el Reino Unido crecerá en los próximos 5 años un 2,4% menos de lo esperado, un agujero de 142.000 millones de euros, la inflación ya empieza a repuntar con un 1,6%, y grandes actores financieros han empezado a instrumentar su salida: el HSBC trasladará gran parte de su personal desde Londres a París, UBS está decidiendo si se lleva su sede a Francfort o a Madrid (por cierto, que parece que con ventaja para los madrileños), JP Morgan, Goldman Sachs o incluso Lloyds se van al continente. Y la City no es la única que empieza a hacer las maletas: el mercado interior británico seguirá siendo muy importante y obviamente se mantendrán las subsidiarias, pero las centrales para Europa van a ir saliendo por la puerta una detrás de otra y sin esperar a ver cómo acaba la cosa.
¿Cómo afectan a nuestro Sector TI español los planes, ya se verá si realidades, de Theresa May?. Pues, vista la incertidumbre, la palabra sería “depende”. Lo cierto es que la balanza comercial entre Reino Unido y nuestro país es positiva para nosotros, en gran parte gracias al turismo (sector al que si que le va muchísimo en el juego de los acuerdos, así como en el resultado final de paridad libra-euro), pero en lo referente a tecnología la cosa es de mucha menor dimensión. Las exportaciones españolas (datos del ICEX) de material eléctrico y electrónico superan en algunos centenares de millones de euros lo que importamos de los británicos, así que un gran cierre de fronteras (no probable ni deseado) nos podría afectar en alguna pequeña medida.
Pero las tornas cambian si hablamos de servicios informáticos, capítulo en el que importamos alrededor de 300 millones de euros más de los que les exportamos, lo cual equilibra la situación tanto si se trata de puros servicios como si incluyen facturación por el trabajo de personas desplazadas en el otro país, pues también la libre circulación de trabajadores está en entredicho y hasta más que la de mercancías. Incluso podría ser que el Brexit no afectara a los productos, en los que salimos ganando en el capítulo tecnológico, y sí a las personas, en lo que nuestro país ahora mismo pierde. ¿Nos preocupa, por tanto, mucho el Brexit en éste aspecto?. No parece que deba de quitarnos mucho el sueño al Sector TI español.
Y, con respecto a la innovación, ¿cómo pinta la cosa?. Básicamente, May ha declarado que desean continuar colaborando con sus socios (nos sigue llamando así) europeos en grandes iniciativas de investigación y tecnología y que quieren seguir contando con las personas con talento de cualquier nacionalidad, así que tampoco por ahí parece que cualquier proyecto conjunto con nuestro Sector TI español tenga que sufrir modificaciones, salvo que seamos los europeos los que nos pongamos tontos.
José Luís Montes, Managing Partner, SmartChannel Technologies