Las TIC en Norteamérica: de la industria de defensa a la del gran consumo

  • Jorge Díaz Cardiel

Las Tecnologías de la Información y Comunicación /(TIC) son una importante base de poder nacional. Sus usos son obvios. Pero el camino de la innovación a la obsolescencia es, con frecuencia, menos obvio.

Tecnologías que definen cada era en la historia de la humanidad, generalmente provienen del poder geopolítico predominante. La ingeniería en el Imperio Romano, por ejemplo, ayudó a dar forma al mundo mediterráneo. La tecnología británica, creada y sostenida por la revolución industrial dio lugar al Imperio Británico de la Reina Victoria, que sobrevivió hasta los años sesenta del siglo XX. Estos imperios podían absorber el coste de la innovación, porque tenían el dinero para hacerlo y, además, porque sabían que iba a reforzar su poder. Algo que el Imperio Español de los Austrias Mayores (Carlos V y Felipe II) no supo hacer, al prohibir Carlos V el desarrollo de oficios “técnicos” por parte de hidalgos y nobles, que preferían aparentar a trabajar. Y los reinos hispanos perdieron su ventaja competitiva al abandonar todo esfuerzo por invertir en tecnología. Los tres imperios nombrados (romano, británico, Austrias) tuvieron en común una cuestión: el estar permanentemente en guerra, expandiendo sus fronteras. Por este motivo, las TIC tuvieron y tienen el propósito de reforzar el poder: incluso la más benigna de las tecnologías se inventó para fines militares.

Pongamos por caso una conocida marca de teléfonos móviles en que la empresa fabricante tiene una capitalización bursátil casi idéntica a la del PIB español. Aparentemente un teléfono móvil es un producto inofensivo. O, al menos, eso parece.

La pieza central de dicho teléfono es el microprocesador. El microprocesador fue fruto del trabajo de una variedad de científicos e ingenieros que fueron patrocinados (financiados) por el gobierno de Estados Unidos, puesto el microprocesador es pieza necesaria para el peso ultraligero del ordenador que utilizan misiles, aviones, portaaviones y otros sistemas de defensa. La tecnología encontró rápidamente su uso en el F-14 (aviones de combate), misiles balísticos intercontinentales, y en el lanzamiento submarino de misiles nucleares. Quien diría que un microprocesador es la pieza clave de un submarino nuclear…, pero así es.

Un avance rápido hasta 1985, en plena Guerra Fría y con Gorvachov al frente de la URSS. Una empresa tecnológica muy conocida ayudó a que el Ejército de Estados Unidos “avanzara en la creación de una Red de Redes para hacer operativo un dispositivo inventado 12 años antes. El “producto” final fue un teléfono móvil, que se enfrentaría a su primera prueba del algodón en la Operación Tormenta del Desierto contra Irak en la Primera Guerra del Golfo. El ejército estadounidense necesitaba un sistema de comunicaciones inalámbrico fiable que pudiera ser fácilmente desplegado, y el teléfono celular fue el dispositivo ideal. Como dicen los historiadores hispanistas Geoffrey Parker, John Elliot, Henry Kamen y Stanley Paine: “hasta la aparición del teléfono móvil, la capacidad de tomar decisiones adecuadas en el ejército norteamericano, era tan precaria como la de Felipe II en el siglo XVI. Desde que el rey recibía noticias de Flandes hasta que daba órdenes a sus generales, pasaba tanto tiempo que la situación sobre el terreno ya había cambiado. Lo mismo puede decirse de la gestión de la Guerra de Vietnam del presidente Johnson, por no hablar de las guerras de Corea y la Segunda Guerra Mundial, cuando <comunicaciones eran muy precarias>”.

Muchos de los accesorios del teléfono móvil más vendido del mundo y sus funciones auxiliares (aplicaciones) fueron desarrollados para fines militares similares. La idea de la fotografía digital fue desarrollada por la Oficina Nacional de Reconocimiento de Estados Unidos, que necesitaba una mejor manera para producir fotografías tomadas por satélites. (Necesitaban “fotografía química en desarrollo”, y eso significaba que la película tuvo que ser expulsada por el satélite y atrapada por la aeronave en el aire.) La cámara digital no fue idea de una empresa o empresas dedicadas al desarrollo de esas tecnologías, sino de la Oficina Nacional de Reconocimiento de Estados Unidos. Sin embargo, el Ejército norteamericano encargó su desarrollo a empresas tecnológicas privadas y, hoy, esta herramienta (llamada spycraft en el argot militar), se encuentra embebida en cada teléfono móvil del primer incumbente mundial del mercado de tecnologías de la información.

Mapas y servicios de localización, un accesorio que también tienen los teléfonos móviles, tiene también antepasados militares. GPS fue originalmente concebido para guiar con precisión los sistemas y vehículos de las fuerzas armadas estadounidenses. Los satélites GPS que hacen posible su uso por compañías tecnológicas con coches compartidos que compiten con la industria del taxi, incluso hoy en día, son operados por la Fuerza Aérea de Estados Unidos.

El caso de Internet, que está disponible literalmente en nuestras manos, es conocido por todos: fue desarrollado por la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa, más comúnmente conocida como DARPA, por sus siglas en inglés.

Las generaciones más recientes de teléfonos móviles, por su parte, tienen conocidos software de reconocimiento de voz. La idea no fue ni de operadoras de telecomunicaciones ni de compañías tecnológicas: fue, originalmente, un proyecto financiado por DARPA para SRI Internacional, el Instituto Americano de investigación, también con fines militares.

Diferencia entre maduro y obsoleto

Algunos puntos importantes. El primero y más obvio es que el teléfono móvil más vendido y conocido del mundo, el icono de la Innovación, y de hecho, la combinación de las tecnologías más antiguas provenientes de Silicon Valley (California) no fue fruto de la invención de un visionario extraordinario. Más bien, la compañía fabricante actualizó estas tecnologías, que fusionó en una sola plataforma, y la convirtió en un producto envasado y comercializado con brillantez, que hoy es objeto de deseo para todos.

Aun así, lo que se llama "alta tecnología" (High Tech, en el argot del sector TIC americano) y la mayor innovación, actualizan con frecuencia para el uso moderno, tecnologías ya existentes. Es una evolución, no una revolución.

En Estados Unidos, los militares unidos a las empresas de tecnologías de la información son la principal fuente de innovación en Norteamérica. Los 50 años -más o menos- de la Guerra Fría fueron el apogeo del crecimiento tecnológico en Estados Unidos. La tecnología necesaria para apoyar una guerra mundial, en el espacio, en el aire, desde el mar, bajo el mar etc, fue creada por militares y por iconos empresariales de las TIC americanas, dicho sea de paso, desde la creatividad.

En este sentido, los Estados Unidos, con sus recursos intelectuales y financieros, tenía la ventaja competitiva más fuerte frente a los soviéticos. Cuando Ronald Reagan anunció la Iniciativa de Defensa Estratégica (la famosa “Guerras de las Galaxias”), los soviets no tenían ni ordenadores y la URSS estaba sumida en una profunda recesión económica. En otro orden de cosas, el público general, o bien desconoce o es indiferente, al hecho de que gran parte de la tecnología que ahora consideramos pacífica y para usos civiles fue diseñada para permitir que los EE.UU. pudieran ganar una guerra termonuclear global.

Por último, hemos de considerar que Madurez y Obsolescencia no son la misma cosa. El microprocesador no puede ser considerado “un producto” de vanguardia, hoy, como sí lo fue hace 50 años en Silicon Valley. Pero tampoco puede ser considerado obsoleto, sino maduro: todavía se utiliza ampliamente. El microprocesador se ha convertido en el fundamento de la sociedad moderna y digital, que no podría funcionar sin él porque todo producto electrónico o conectado, necesita disponer de él. El microprocesador tiene un futuro muy prometedor, pero sus días heroicos quedaron atrás: al fin y al cabo, Estados Unidos ganó la Guerra Fría.

Las innovaciones tecnológicas más importantes siguen este patrón: Un puñado de científicos crea posibilidades, que posteriormente se desarrollan para uso militar, antes de ser vendidas en los mercados de consumo: se trate de un coche, un teléfono móvil o un microondas.

Los gobiernos, responsables de la Defensa Nacional, por lo general, apoyan la investigación; y la industria privada (cuando menos, la tecnológica norteamericana), con el tiempo, se beneficia de ella y, por ende, toda la sociedad, que consume productos tecnológicos.

Jorge Díaz-Cardiel. Socio director general de Advice Strategic Consultants